La 12ª Muestra Syfy II: segundo día de colas

La Muestra dedicó la mañana del sábado a los más pequeños con la proyección de Mi vecino Totoro del maestro Miyazaki. Como todo el mundo debería haber visto esta película ya no diré nada sobre ella a parte de elogiar que el festival piense en los más pequeños y regañar a todo adulto que no la haya visto aún.

La tarde trajo la película más esperada de toda la muestra para este aguerrido devorador de películas: Song of the Sea del irlandés Tomm Moore. El creador de la maravillosa The secret of Kells (El libro secreto de Kells, 2009) es uno de los mejores realizadores de cine de animación de los últimos años. Nominado al Óscar en 2010, perdiendo ante Up (nada que declarar al respecto, me parece una justa ganadora) ha vuelto a estar nominado este año con Song of the Sea perdiendo ante Big Hero 6. Me reservaré mi opinión sobre la ganadora de este año y sobre el propio funcionamiento de los oscars de animación ya que quizás suelte toda la bilis en un artículo futuro. El realizador irlandés cuenta con un estilo propio muy característico a la hora de crear sus películas. Juega con las perspectivas de forma magistral para crear imágenes muy potentes que recuerdan siempre a las miniaturas de libros medievales, algo que es especialmente contundente en Kells. Muchos han hablado de él como un sucesor digno en cuanto a calidad y fondo de Miyazaki, obviamente en un plano diferente, y es cierto que tiene potentes nexos con el maestro japonés. Como planeamos dedicarle un extenso artículo a su obra no me alargaré más y tan solo diré: ved la película y llorad.

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Goodnight Mommy (Severin Fiala & Veronika Franz, 2014) se presentaba como la mezcla entre Funny Games (Haneke, 1997 y 2007) y ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976). Bien, lo primero que hay que decir es que todavía nadie se ha acercado a lo que Serrador hizo en los setenta en cuanto a niños y maldad. La premisa de Goodnight Mommy es potente; unos hermanos gemelos sospechan que su madre no es la mujer que vive con ellos después de que ésta saliera de una operación estética y deciden descubrir la verdad cueste lo que cueste. Efectivamente, como todos pensarán dados los antecedentes, los niños se embarcarán en una macabra tarea para descubrir la identidad de su madre. La película construye correctamente la tensión en el espectador, el ambiente de la casa y la paranoia infantil funciona correctamente pero a la hora de entrar en el tramo final parece quedarse a medio gas. La cinta de Haneke, siendo menos explícita, es mucho más dura en su resolución. No es una mala película pero parece quedarse corta en comparación con otras cintas similares con las que tiene demasiadas similitudes.

Cuando comenzaba la reseña sobre la muestra haciendo mención a los contrastes y también al amor, es debido a películas como Spring (Justin Benson & Aaron Moorhead, 2014), ya que podría definirse como una película romántica con monstruo. Un joven estadounidense decide viajar por Italia y allí conocerá a una chica de la que quedará prendado. Sin embargo, esta chica esconde un extraño secreto que podría poner en peligro la vida de ambos, o cuanto menos su relación. La película tarda en arrancar y durante los primeros cuarenta minutos parece un anuncio de Interrail y de los bellísimos pueblos de la costa italiana. En cuanto la película parece encauzarse sobre los raíles de lo sobrenatural la cinta mejora y nos presenta un tema muy interesante construido de manera inteligente. Sin embargo, el tramo final de la película vuelve a fallar como el inicio y resulta demasiado largo (de forma innecesaria) y el guión de Benson se cierra de manera condescendiente con el espectador tomando así lo peor del género romántico: un final previsible, sencillo y feliz.

El sábado, a pesar de la proyección de Song of the Sea, prometía ser el día con más litros de sangre falsa de todo el festical y después de Goodnight Mommy le tocaba el turno a Cub (Jonas Govaerts, 2014). Desde Bélgica llega un slasher esperado por todos que prometía sangre, scouts y alguna que otra muerte llamativa pero que se queda en una cinta mediocre, escasa de sangre y desaprovechada. Un grupo de scouts muy poco scouts, todo hay que decirlo, se adentra de acampada en un bosque donde parece habitar un maníaco con una máscara. La película pone la atención sobre un asunto verdaderamente serio, el bullying y busca funcionar como alegoría del mismo. En el aspecto de denuncia social la película funciona correctamente, se presenta el problema y las diferentes actitudes al respecto pero por lo demás se queda escasa en cuanto a género. Parece ser, al igual que en Goodnight Mommy, que Serrador ya alcanzara el cénit de lo escalofriante de los actos que puede llegar a realizar un niño. Cub es un slasher que flojea y que no parece apartar los ojos de otras películas del género buscando la aprobación del público. Para nosotros aprueba pero raspado.

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La segunda jornada se cierra con una película horriblemente mala. Si ya decíamos que Hunger Z debía ser evitada lo volvemos a repetir con Crazy Bitches (Jane Clark, 2014). Lo único bueno es el título, lo demás es un telefilm barato y rancio. Un slasher en el que no vemos las muertes con escenas de sexo nada eróticas (lo cual es difícil) y con un guión que roza lo absurdo pero que se alarga durante 100 minutos. Si estáis tentados de verla os recomiendo mejor Hunger Z que por lo menos es más corta.

Tercer y último día de colas

El domingo fue el día experimental, para muchos el peor día de todos y para otros (entre los que me incluyo) el más interesante. Los organizadores de la muestra demostraron este año tener mucho valor a la hora de programar cierto tipo de películas, que a pesar de encajar en cuanto a género, se alejan en cuanto a forma de lo común en estos festivales. En ocasiones el público que acude a muestras de este tipo parece más interesado en ver películas reguleras (o malas) que en explorar otras visiones cinematográficas.

L.F.O (Antonio Tublen, 2014) se ganó al público a pesar de su realización cercana al mumblecore y que recordaba en ocasiones a cintas como Computer Chess (A. Bujalski, 2013) o la interesantísima Primer (Shane Carruth, 2004). La película sueca construye una interesante película de ciencia ficción que se encamina hacia una distopía a través de una premisa muy sencilla: un hombre descubre una frecuencia que le permite hipnotizar a quien la escucha. Construida sobre una base de tragicomedia psicológica la cinta se adentra con paso firme en la ciencia ficción más densa sin hacerse pesada. El protagonista comenzará sus experimentos con la vecina por la que se siente atraído y su marido y derivará en una reflexión sobre el devenir de la propia raza humana. Antonio Tublen, en su segunda película, demuestra tener una visión propia del encuadre y un buen ritmo de montaje haciendo que la película se convierta en un plato ligero de digerir pero denso e interesante de pensar.

Jamie Marks is Dead (Carter Smith, 2014) parece un fanfiction de Harry Potter venido a más. La fotografía de la película tiene bien merecida su premio en Sitges pero lo que hace fallar al film es la construcción del guión. Se nos presenta un curioso triángulo amoroso entre un joven deportista, una niña rara (porque colecciona piedras) y un adolescente acosado fallecido. Sí, básicamente es un triángulo amoroso con fantasma y relación homosexual. Obviamente la película no resulta insatisfactoria por ello sino porque la historia está construida a trompicones y de forma obligada. Los encuentros y desencuentros amorosos se suceden uno detrás de otro sin ton ni son y no se llega a profundizar en la duda sexual del protagonista (obviando que es con un fantasma) que parece ser el eje central de la cinta. Una película que funcionando de forma similar a Spring, se queda a medio camino.

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A Girls Who Walks Home Alone At Night (Ana Lily Ampour, 2014) no solo tiene el nombre más largo de toda la muestra sino que presenta una de las realizaciones más acertadas. La película, producida por Elijah Wood, es la ópera prima de la realizadora de origen iraní. Ampour demuestra tener un control exquisito de la realización y la música creando algunas secuencias de gran potencia visual. Nos cuenta un ligero romance entre un joven iraní influido por la cultura norteamericana y una joven vampiresa. El guión se convierte en una simple excusa para crear secuencias visualmente interesantes y termina siendo una sucesión inconexa de situaciones. Sin embargo, la película no está interesada en contar el romance sino en una experimentación visual cercana al videoclip rodada en blanco y negro. La película no fue plato de buen gusto para parte de la audiencia, que parece haber perdido la capacidad de observar un plano más largo de diez segundos sin reírte y gritar. La cinta, programada con valentía, sufrió del mismo mal que Under the Skin, la película encargada de cerrar la muestra.

No me alargaré en exceso hablando de Under the skin (Jonathan Glazer, 2013) ya que le dedicaré un artículo completo tratando sus bondades. Diré tan sólo que Johansson es una de las actrices más valientes de Hollywood ya que no cualquiera se ofrecería a trabajar en una película como la de Glazer. Una cinta que se pone en contra del público mayoritario (de quien parecía vivir Johansson) para crear una película que ha sido relegada al VOD y al DVD directamente, pasando a ser casi instantáneamente una cinta de culto. No puedo más que apenarme ante la actitud de parte del público de la muestra que ante el disgusto que le causaba la película (algo totalmente justificable ya que para gustos los colores) en lugar de salir de la sala o aguantar estoicamente el calvario se dedicó a gritar, pitar y reírse haciendo que el visionado de la película se hiciera complicado. Diré también que la muestra se ha armado de valor con una programación como la sesión doble que cerró el domingo mostrando que existe, al menos por su parte, un interés por programar cine fantástico y de ciencia ficción alejado de la encorsetadora ortodoxia.

Después de pasar «el mejor fin de semana del año», como muchos denominan la muestra, uno se queda con ganas de más cine a pesar de haber fagocitado más de una docena de películas en apenas tres días. La espera para la 13ª Muestra Syfy es larga pero en el camino hay muchas paradas. La próxima: Nocturna.

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