La 12ª Muestra Syfy de Cine Fantástico se podría haber llamado la Muestra de los Contrastes a pesar de que Leticia Dolera, incansable y simpática presentadora, insistiera en llamarla «del amor». Los encargados de seleccionar las cintas que serían devoradas por el público en apenas tres días (dieciséis películas en total) optaron por los contrastes; unos contrastes que no se reflejaban tanto en el fondo, ya que todas eran cintas que se podrían englobar en lo fantástico/terror, sino en la forma. Algunos de los platos fuertes de la como Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013) o A Girl Walks Home Alone at Night (Ana Lily Amirpour, 2014) se salían de lo común en este tipo de festivales. Antes de entrar al trapo defendiéndolas, porque sí, las defiendo a ultranza, vamos a revisar las tres intensas jornadas que se vivieron en los céntricos cines de Callao.
Abriendo el estómago
La primera película que los seguidores más intensos de la muestra pudieron ver (vamos, aquellos con bono para todo el fin de semana) fue Chappie, la tercera película del realizador sudafricano Neil Blomkamp. La película ha suscitado, suscita y suscitará debate a su alrededor. Blomkamp fue encumbrado por la crítica como uno de los realizadores de ciencia ficción más prometedores de los últimos años después de su ópera prima Distrito 9 (2009). Su segunda incursión en la ciencia ficción, Elysium (2013), supuso una gran decepción generalizada, la cinta se convirtió en un derroche de acción con un trasfondo bastante flojo. Blomkamp estaba en el punto de mira de la crítica y el público, ya que pocos días antes del estreno de Chappie se dio a conocer que estaría a los mandos de la nueva película de la saga Alien, así que su última película sería despiezada para tratar de augurar si es el más idóneo para el retorno de una de las sagas más queridas del cine. Lo primero que hay que decir es que Distrito 9 solo hay una y por eso es una gran película. Blomkamp no está obligado a contar siempre lo mismo, ni siquiera de la misma manera. Chappie parece, y hablo sin entrar en los entresijos de la producción, el sueño masturbatorio de un amante de la ciencia ficción aderezado con grandes dosis de pulp.
Sin entrar en detalles puedo decir que la película hará las delicias de los amantes de la ciencia ficción más gamberra. No es Asimov, ni Clarke ni Le Guin, pero el guión de Blomkamp toca de pasada algunos temas ya tratados por estos grandes autores aunque se centra más en la anécdota y en la acción. Puedo decir sin riesgo de pillarme los dedos que es una película muy divertida y disfrutable y que enamorará a los amantes del dúo sudafricano Die Antwoord (aunque Ninja tenga las capacidades interpretativas de un bloque de hormigón). En definitiva estamos ante una interesante y entretenida cinta de ligera ciencia ficción. Blomkamp aún tiene muchos años de carrera por delante y ya habrá tiempo de entronarle como un grande de la ciencia ficción. En mi opinión está haciendo un gran esfuerzo.
Primer día de colas
Algo que no he dicho anteriormente y que es muy característico de la muestra son las colas. Se hace cola para todo. Durante los cuarenta minutos previos a cada proyección una multitud de gente se agrupaba en una larga fila dando la vuelta a la plaza de Callao, y era habitual que la gente se acercara a preguntar qué hacíamos allí. Bueno, quien dice habitual dice en una de cada dos proyecciones. Si bien el sistema no parece el más indicado, no deja de tener cierto encanto el salir corriendo de la sala para hacer cola y entrar a la misma sala donde te encontrabas previamente. Parecíamos niños de campamento esperando el recuento.
La primera película del día, Housebound (Gerard Johnstone, 2014), neozelandesa, fue una buena forma de comenzar la muestra. Johnstone crea una película de casas encantadas que termina dándose la vuelta sobre sí misma. Aunque tarda en arrancar, la cinta cuenta con buenas dosis de humor y un final digno de Peter Jackson en sus momentos sangrientos. La proyección supo sacar unas buenas carcajadas y aplausos del público por méritos propios, lo cual ya es más de lo que lograron algunas otras.
Tokyo Tribe (Sion Sono, 2014), fue una de las películas que más llamaron la atención al que escribe estas líneas. Sion Sono es uno de los realizadores más prolíficos e interesantes del panorama nipón. Inició su carrera cinematográfica en 1991 al igual que Takashi Miike, de quien funciona como contrapartida menos conocida. Sono es menos conocido que Miike, en parte porque su producción cinematográfica, aunque extensa, queda en ridículo ante la de su contemporáneo. Sono se embarca en esta ocasión en la adaptación de un manga escrito por Santa Inoue, pero decide darle su propio toque personal y lo adapta a modo de musical. No es un musical cualquiera sino un musical rapeado y con grandes dosis de humor absurdo. La maestría de Sion Sono nos regala un espectáculo visual repleto de colores y de extras en pantalla. Está claro que no es una película para todos los públicos (diría que ninguna de Sono lo es), ya que dos horas de rap japonés puede cansar a cualquiera poco interesado en la materia o desconocedor del cine de este hombre. Sin embargo, aquel amante de la música japonesa o de la filmografía de Sono encontrará una pieza indispensable. Gustase o no al público de la muestra, logró que fuera una de las películas más comentadas de todo el fin de semana.
La muestra dejó hueco para grandes glorias del género como Joe Dante con su última película Burying the Ex (2014). Dante lleva alejado del cine muchos años y lo último reseñable que ha producido es la interesante serie Masters of Horror donde dirige varios episodios. Quien creara Piraña en 1978 o Gremlims en 1984 parece haber quedado anclado en aquel tiempo. Su última obra es una simpática película con aspecto de TVMovie que funciona como homenaje al cine de terror clásico y a toda la subcultura americana a su alrededor. Si bien es un Dante muy flojo, podríamos decir que sigue en su línea y funciona como un ligero entretenimiento de usar y tirar.
Nueva Zelanda, junto a Japón, protagonizó el primer día de la muestra y nos dejó una de las mejores películas del fin de semana. What we do in the Shadows (Taika Cohen & Jemaine Clement, 2014) se ha convertido ya en un clásico de la comedia negra. Con una premisa que parece dar tan solo para un cortometraje (un grupo de vampiros comparte casa en una ciudad) mantiene el tipo y saca más de una carcajada a cualquiera. A todos los clichés del mundo vampírico se les unen los hombres lobo, zombies y brujas creando así un deleite pop alrededor de estas figuras. Haciendo un sabio uso del falso documental, bajo la excusa de grabar un reportaje sobre estos vampiros, el espectador será partícipe de todo lo que sucede y se sentirá uno más de la estrafalaria familia. Sin lugar a dudas es una de las comedias más interesantes del año y una película indispensable para los amantes de los vampiros.
El cierre de la jornada recaía en Japón con Hunger of the Dead (Hunger Z) de Naoto Tsukiashi. La ópera prima del realizador es mala. En serio, muy mala. Sí, aparece Asami la musa del cine B underground japonés (protagonista de cintas como Gun Woman o The Machine Girl) pero ni eso salva la película. De verdad, podéis ver otra cosa.