Ayer escuché vagamente algo en la radio sobre el problema de la brecha salarial en España. A las mujeres se les paga menos que a los hombres por desempeñar un mismo puesto de trabajo. Decían que, concretamente, una mujer cobra de media un 17% menos que un hombre de su misma categoría. Esto es una vergüenza, es intolerable que hablemos de desarrollo y progreso y sigamos teniendo estas desigualdades que muestran que al ser humano aún le queda mucho camino por delante. Si esta brecha es real, no entiendo cómo los culpables no están en la cárcel. Pero ese es justo el matiz.
¿Es real la brecha salarial en España? Todo el mundo dice que sí. Yo no conozco ningún caso particular, pero no sé por qué el locutor de la radio iba a mentir. Él o toda la gente a la que entrevistaba.
Lo que escuchaba ayer no me habría llamado la atención en otras circunstancias. Es un tema que está de actualidad siendo el Día de la Mujer Trabajadora, pero resulta que este artículo trata el mismo asunto desde un punto de vista completamente opuesto. El autor explica, en resumen, que dicha brecha salarial no existe. «¡Hala!», pensará usted.«¡Machista!» también se nos puede venir a la cabeza.
A mí eso ahora mismo me da igual. Lo que me fascina es que presenta datos que corroboran su tesis. En el artículo hay datos contra la brecha salarial. Pero el locutor de ayer por la mañana tenía datos de que sí existe. ¿A quién hago caso?
Ante tal duda existencial podría recurrir a Steven Pinker. Viene a decir que, si alguien sostiene que las cosas van muy mal, es porque quiere vendernos algo que, se supone, lo arreglará. Si dijera que todo va bien nadie necesitaría comprar un producto que solucionara el problema.
Pero yo veo algo cojo este razonamiento. Una persona podría convencer a los demás de que todo está en orden. De esta forma, todos estarían tranquilos y, mientras, esta persona podría aprovecharse de los errores de los que nadie se hubiera percatado.
Si aceptamos el optimismo de Pinker, podríamos pensar que no existe la llamada brecha salarial. ¡Incluso el articulista arriba mencionado tiene datos para negarla! Pero el locutor de radio también tiene números para defender su tesis. ¿Cómo puede haber datos que lleven a conclusiones opuestas?
Michael Shermer, reconocido escéptico, es un experto en la lucha contra las creencias en cosas raras. Shermer se plantea por qué hay gente que cree en abducciones extraterrestres, que rechaza la teoría de la evolución de Darwin o que niega el Holocausto. De él podemos aprender que para enfrentarnos a las pseudociencias y demás supersticiones no hay nada como aplicar una metodología adecuada hasta llegar a la conclusión acertada. El método científico o la teoría de falsación de Popper son imprescindibles en nuestro día a día para evitar caer en la trampa de aquellos que intentan manipular los datos para hacernos creer algo que es erróneo.
¿Qué hago? ¿De quién me fío? ¿Los números están al servicio de todos, independientemente de lo que digan? Se ha puesto de moda el tratamiento de cifras, la extracción de información a partir de tablas enormes; y con el tema de las diferencias entre hombres y mujeres cada uno es capaz de manipular lo que haga falta para sacar las conclusiones que más le convengan. ¿Con qué más nos están engañando?
Se acerca la era del Big Data. Yo, como buen becario no tengo ni idea de lo que es. Pero las empresas corren como pollo sin cabeza en pos de la puesta a punto de estas tecnologías para sus proyectos. Ya dependemos mucho de los datos y parece algo peligroso si de verdad con ellos podemos demostrar lo que se nos antoje. Con el Big Data, la dependencia será mucho mayor y bien espero que el Señor nos pille confesados pues, aunque Pinker diga lo contrario, esto no tiene buena pinta.