Estoy indignado. El ministro José Ignacio Wert quiere implantar los grados universitarios de tres años. Consecuentemente, los cursos de máster pasarán a tener dos años en lugar de uno. En resumen, el 3+2. Lo están dejando todos claro: eso supondrá 20.000 euros para las familias de los estudiantes. ¿Quién puede pagar eso? El español medio no, desde luego. Ese dineral se lo podrán permitir los ricos, los banqueros, los políticos corruptos. Pero mi familia no. Ni la de mis compañeros, ni amigos. Mi hermana pequeña empieza la universidad el curso que viene. ¿Quién pagará su beca? El gobierno de Podemos quizá. Pero si vuelve a ganar el PP, mi familia no podrá afrontar el gasto que suponga toda la carrera de mi hermana. Si vuelve a ganar el PP, España será una hecatombe universitaria. Todo el mundo se queja por ello y eso me indigna. Tanta queja y tanta protesta.
Yo estoy encantado con el 3+2.
La nueva ley de Wert puede ser la gran cura que necesita este país. Desde hace años, estamos orgullosos de tantos títulos universitarios como tenemos. Tengo compañeros aquí en la empresa que tienen dos títulos de máster, o dos licenciaturas, o doctorado. Son solo trabajadores normales y corrientes. No son altos cargos, no son nada especial. Pero han pasado en la universidad años y años. Tienen títulos universitarios de todos los colores. ¿Para qué? ¿De qué sirve? De nada. Admitámoslo. La universidad es mucho más inútil de lo que nos gustaría. Una carrera universitaria no significa que se tengan ciertos conocimientos o aptitudes. Significa que se han pagado unas tasas y que se ha llorado a unos pocos profesores tras un examen.
El 3+2 puede poner fin a todo esto. Como becario he podido aprender una cosa (solo una): cuando llegues a una empresa siempre tendrás que dedicar mucho tiempo a ver cómo se hacen las tareas que se te encomendarán. No importa lo bien formado que estés, porque siempre hay mucho que aprender, hay muchos quehaceres que no enseña la universidad, sino la experiencia profesional. ¿Por qué, entonces, es necesario que todo el mundo tenga un grado y un máster? ¿Qué vendrá después? ¿Un doctorado obligatorio? ¿Premio Nobel? Quizá cuando uno tenga 60 años ya esté en condiciones de buscar su primer empleo.
Hay que poner fin a eso. Cinco años de universidad no pueden ser obligatorios. Ahora tenemos la oportunidad de estar solo tres. Para ello hay que prescindir del máster pero eso es fácil, pues no tenemos dinero para pagarlo. Está todo hecho.
La secretaria general del Sindicato de Estudiantes (sin comentarios), Ana García, ha colado la enorme mentira de que para entrar en el mercado laboral tendremos que hacer frente al pago de los dos años de máster. Acabo de decir que cuando se entra en una empresa hay dedicar mucho tiempo a aprender cómo se desempeñan las labores del puesto. No es necesario que todo el mundo sepa lo que se aprende en un máster o incluso en un grado. Eso es algo que en España no aprovechamos. Ahora mismo se ofertan muy pocos puestos de trabajo y, además, en estos pocos puestos lo que piden es experiencia, no un título de máster. No obstante, en las anómalas vacantes en las que no piden experiencia, ¿cuáles son los requisitos? Un título universitario. ¿Cuál? ¡No importa! No le importa a nadie. Lo único que quieren es que hayas pasado por la universidad. Vivimos en un mundo en el que hemos aceptado que hay tener un título pero, a la hora de la verdad, a una empresa no le importa lo que hayas estudiado.
Aprovechémoslo. Dejemos que Wert haga de las suyas y nos dé un título en menos tiempo. No es necesario que tengamos un máster porque las empresas no piden títulos de máster todo el rato. Además, estamos en crisis, así que al final va a ser imposible encontrar trabajo digno. No podemos permitir que nos salga tan caro el trabajo que se está ofertando ahora mismo.
Cómo no, quieren convocar una huelga de dos días como protesta. Es una pena que yo ya terminara la carrera, porque me encantaban las huelgas. Eran días de vacaciones en la universidad. Perder un día de clase no significa nada. Los programas de las asignaturas siempre se quedan a medias, así que perder un día o dos de clase por una huelga tampoco empeora la situación. Se supone que hay manifestaciones, pero la mitad de los estudiantes se quedan en casa. Ponen de excusa no sé qué de los piquetes o los transportes, pero todos sabemos que es morro. Una huelga de estudiantes siempre es un buen momento para relajarse un poco a mitad de semana.
También querría decir unas palabras acerca de lo mucho que puede ayudar el nuevo modelo 3+2 para reconducir la posición de España en la UE. Pero de eso hablaré otro día. Vamos de poco en poco.
Las empresas buscan titulados universitarios porque dan por hecho que aquellos están dispuestos a perder el tiempo.
Para los de que somos de Humanidades esto sí será una hecatombe. Si ya nos cuesta mantener una carrera universitaria durante cuatro años escasos, no quiero ni pensar en cómo serán tres. Para nosotros sí es obligatorio un máster que sirva de requisito para simplemente poder tener la oportunidad de tramitar una oposición o una solicitud de beca de doctorado. Por tanto, sí nos tocarán pagar esos 20000 euros para tener papelajos que nos permitan seguir adelante.
De igual modo, que una empresa no haga caso a los títulos de máster o acepte cualquier título universitario mínimo como requisito previo, dice muy poco de la empresa, por buscar únicamente la precariedad formativa antes que la necesaria especialización, y del sistema universitario español, depreciado hasta el absurdo y vergonzoso nivel de otorgar únicamente diplomas para empapelar paredes y no formar en lo verdaderamente profesional. Entonces, ¿abogamos por la democratización extrema de la Universidad? No: hay que hacerlo con cabeza. ¿Volvemos al elitismo excluyente? Tampoco.
Así que, como becario ahora mismo que cruza dedos para poder tener otra beca el año que viene que me permita simplemente tener una oportunidad; que ha aprendido más en lo extrauniversitario (con apoyo de ciertos profesores, debo añadir) que en el programa formativo; y como estudiante de un plan bolonio que ha sido un fracaso rotundo y al que, visto lo visto, voy tener que dar gracias por haber pertenecido a él; como tal, desde mi posición, ya sabe el Ministerio dónde puede guardarse este 3+2.
En primer lugar quiero recalcar que, en general, no comparto la opinión del autor. Creo que Wert no hace más que equivocarse y que esta nueva medida no va a suponer nada bueno para la educación, ni de casualidad.
Dicho esto, permíteme Alberto E.V. discrepar contigo en que una empresa no exija algún título universitario concreto diga muy poco en su favor. Precisamente, lo único sensato que ha dicho el autor del texto es que sobran titulados en este país. Debería haber menos exigencias tan exageradas (el caso particular de la gente que necesita un máster para una oposición o un doctorado es vergonzoso) y más confianza en el aprendizaje que se adquiere con el paso de los años.
No obstante, insisto en que Wert no nos sacará del apuro. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará.
Gracias por la puntualización. Señalé eso a raíz de lo que indica esta entrada, que parece generalizar al considerar que es irrelevante de entrada la especialización por máster para acceder a puestos de trabajo. Mi opinión es la contraria: es algo necesario, y que debería primar. Pero, claro está, para determinados puestos; que no implica que sean mejores o peores, sino simplemente más acordes con los conocimientos que el título acredita.
Claro que con eso entraríamos en el eterno debate de si un título de veras acredita conocimientos: cosa que, coincidiendo contigo, no ocurre. El aprendizaje recae en la experiencia. El problema es que eso es muy difícil de cualificar. Pero de ahí a, como interpreto en esta entrada, atacar la titulación superior como causante de la sobrecualificación y abundancia de titulados, hay un trecho, y no lo comparto en absoluto: las exigencias, por supuesto, no pueden ser tan exageradas como ahora, pero tampoco creo que se deba defender su irrelevancia.