Breve paseo por el parque del horror (parte I)

dumb ways to die gif

El estribillo y el ritmo de la canción son sin duda pegajosos; escucho la melodía, mis pies, manos y cabeza intentan acompasar la sucesión de sonidos: “Dumb ways to die, so many dumb ways to die”. La voz de la interprete es cercana a lo que podría catalogar como dulce, inocente o cándida, pero el contenido de las estrofas podría contrariar lo antes dicho:

«Invite a psycho-killer inside
Scratch a drug dealer’s brand new ride
Take your helmet off in outer space
Use a clothes dryer as a hiding place

Dumb ways to die, so many dumb ways to die

Keep a rattlesnake as a pet
Sell both your kidneys on the internet
Eat a tube of superglue
«I wonder what’s this red button do?»»

Dejo mi lectura y mi curiosidad  hace percatarme que la música proviene de la tableta de mi hija Valeria, una pequeña de nueve años que interactúa con un videojuego de “adorables” y “simpáticos” personajes a los que se debe salvar antes de morir de una manera tonta; verbigracia: ayudar a uno de ellos al quitarle las abejas del panal con el que juega para salvarlo de morir por su imprudencia.

Algo también muy curioso es que tanto la canción como el videojuego sirvieron de apoyo a una campaña publicitaria exitosa y multipremiada del 2013 que buscaba promover las reglas de seguridad ferroviarias y que fue lanzada por la compañía de ferrocarriles australiana: MetroTrains.

El video en YouTube reproduce lo que cada estrofa de la canción nos describe, por lo que podemos ver a estos personajes arder en llamas su cabeza, siendo partidos en dos por la mordida de un gran oso grizzly o perder la cabeza al caer de un avión, mientras danzan entre borbollones de sangre, cuerpos mutilados, heridas sangrantes, cuerpos deformados, medios esqueletos o esqueletos completos.

Lo último y más curioso de este hecho, tan simple y sencillo, es intentar comprender: ¿Cómo una campaña puede alcanzar el éxito por medio de algo que tantas veces suele producir rechazo y repulsión en el gusto común, como es el caso de lo macabro o lo relacionado con la muerte y con lo cadavérico?

Este hecho doméstico y hasta cierto punto ordinario, me hace reflexionar que llevo ya un tiempo tratando con el horror, que mis encuentros con el horror se dan más allá de los espacios en los que ordinariamente solía encontrársele y a los que se le había confinado en una sociedad dirigida por la razón y la idea de lo civilizado. Me refiero también a que últimamente me encuentro con el horror donde nunca antes me lo hubiera imaginado.

Puedo afirmar que esta peculiar atención hacia lo horrible obedece a un hecho existencial como lo es el  de vivir en México, un país donde la violencia, en especial la generada por el narcotráfico, nos ha mostrado las realidades del horror como nunca lo habríamos imaginado y sería posible que esta realidad social me permita transitar sensiblemente por ideas que para muchos otros pueden resultar incomodas, innombrables o intolerables, pero todo esto no es diferente a lo que cualquier ser humano del pasado, del presente y espero que del futuro no haya sentido, sienta o sentirá ante las consecuencias espeluznantes de los conflictos bélicos y de cualquier violencia desmesurada causada por el hombre hacia otro ser vivo.

Del horror, de lo grotesco, de lo feo, de lo abyecto o de las múltiples caras de lo negativo y lo despreciable se dicen muchas cosas como para poder minimizarlo por sí mismo y mucho menos estéticamente. Acerca del tema existe un gran número de estudios que problematizan desde diferentes enfoques los también distintos matices que este tema universal presenta; por lo que en las próximas líneas haré referencia a algunos de estos estudios y a algunos de los diferentes problemas que plantea un tópico como el horror.

Rick Genest es un artista y modelo canadiense. Conocido también como Zombie Boy por estar tatuado como un cadáver en la mayor parte de su cuerpo

Le llaman Zombie Boy por estar tatuado como un cadáver en la mayor parte de su cuerpo. Protagonista del video de «Born this Way», junto a Lady Gaga.

En primer lugar, había mencionado que suelo encontrarme -a últimas fechas- con el horror donde no solía hacerlo comúnmente y para esto mencionaré (más adelante) algunos ejemplos, pero primero me parece pertinente recordar un poco dónde suele clasificarse al horror tradicionalmente y hacia que espacios de la cultura había sido configurado en un intento de civilizarlo o domeñarlo.

Algo en lo que gran parte de los estudiosos del tema coinciden es en que el horror ha sido relegado a espacios de poca importancia dentro del arte y la cultura en general; esto lo hacer estar ligado en la mayoría de las ocasiones al divertimento juvenil o a la literatura o al arte de carácter evasivo y poco funcional dentro de la idea mimético-didáctica del arte occidental. A esto último sólo cabe agregar que no es cierto en absoluto.

El estudioso peruano Elton Honores en su libro “La civilización del horror –El relato de terror en el Perú”; lo expresa de la siguiente manera:

«El desinterés –dentro de los estudios literarios- no se debe necesariamente a la falta de producción, sino que al igual que lo fantástico, ésta posee, en el mejor de los casos, el estigma de considerarse como literatura de evasión, es decir, el terror como una narrativa que aleja al lector de los problemas reales de la sociedad: pobreza, injusticia, violencia; pero también el de ser –supuestamente- una literatura que es consumida por un grupo minoritario de lectores, imaginados como almas diabólicas o seres anormales»

Esto significa que las principales coincidencias que vamos encontrar con respecto al horror, será la idea de que a éste se le ha confinado –al menos en los últimos años o incluso décadas- a la esfera de un género específico del cine y de música, a los espectáculos de feria o parques de entretenimiento, a los espectáculos itinerantes de fenómenos (animales o humanos), a los espectáculos de dolor y en lo literario, al género fantástico o de terror.

En su ensayo: “El horror y la dialéctica de lo simbólico”, Wladimir Sierra lo destaca así:

 «Da la impresión de que el horror, en las sociedades modernas, cada día ocupa lugares menos privilegiados y totalmente funcionales a la diversidad de lo contemporáneo. Al horror lo podemos ubicar -y es la primera referencia que tenemos de él- en los así llamados filmes de horror, y quizá también en las famosas casas del horror que suelen dar un aire exclusivo a las ferias de diversión. Parece ser que el horror ha sido domesticado a tal punto por los seres humanos que su presencia se reduce y somete totalmente a cierta productividad y utilidad cultural de ribetes lúdicos»

Personajes de Hellraiser

Personajes de Hellraiser

De esta manera, en lo referente a lo lúdico, al entretenimiento o a lo mediático, el término horror se asociará en el imaginario colectivo a figuras o ideas como: zombies, vampiros, monstruos, hombres lobo, brujas, diablos, calaveras o esqueletos.

Entonces (un poco más allá de un problema de carácter genérico como lo es la confusión y el uso de sinónimos entre “horror” y “terror”)  cuando se habla de Cine de Terror o en el término anglosajón: “Horror films”, muy en específico al subgénero llamado “Slasher, nos referimos a sagas clásicas que han permeado por generaciones en la imaginación popular como filmes que en su mayor parte van dirigidos a un mercado joven, a pesar de su contenido ultraviolento y por demás sanguinario; sagas como: Halloween, Viernes 13, Pesadilla en la calle del infierno, Hellraiser, La masacre de Texas, Chuky, Saw, Hostel; entre muchas otras, donde los elementos comunes a destacar serían la presencia de un asesino que persigue a sus víctimas, para asesinarlas atrozmente con toda una serie de artefactos.

Musicalmente el horror tiene un lugar muy específico dentro de la tradición del “Metal music” y muy en específico en géneros como: el Death Metal, el Brutal Death Metal, el Blackmetal, el Grindcore entre muchos otros. Música que se distingue lírica y visualmente –no en todos los casos- por contenidos de carácter gore y satánico. Grupos como Death, Cannibal Corpse, Napalm Death, Carcass o Brujería entre muchos otros, son representativos de estos géneros.

Carcass - Reek Of Putrefaction

Carcass – Reek Of Putrefaction

Así, después de revisar estos lugares comunes y polémicos donde el “horror” como manifestación estética se ha configurado, ¿Qué sucede en los años más recientes con respecto al mismo? ¿Es verdad que el horror parece adquirir un raro estatus de moda y ahora aparece afuera de los dos espacios culturales antes revisados?

Es una gran verdad que el horror no es exclusivo de estos espacios genéricos considerados como tradicionales y tampoco es cierto que podemos solamente atribuir características lúdicas, evasivas o superficiales a esta categoría artística. De hecho, evidenciar y contrariar esas dos ideas tan arraigadas es el objetivo de este escrito, pero antes de entrar en estos planteamientos, analicemos algunos ejemplos donde el horror ha tomado una posición poco usual y donde se demuestra una tendencia de popularidad poco antes vista.

Dentro del ámbito televisivo tenemos cuatro ejemplos donde el horror ocupa un papel principal, cuatro ejemplos de gran éxito comercial y de un público mucho más amplio que nuestros casos anteriores; series televisivas producidas por importantes compañías de entretenimiento mundial como lo son FOX y HBO, estas series son: The Walking Dead, The American Horror History, True Blood y Game of Trones. 

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Para muchos críticos sería equívoco clasificar Game of Trones como parte del género de terror u horror, pero basta repasar algunas escenas para descubrir que más allá de lo fantástico, de la ciencia ficción de lo maravilloso o del suspenso de cada una de las series, lo que comparten todas ellas es lo explícito de las acciones violentas, la presencia poco mesurada de lo cadavérico, de la sangre, de las vísceras expuestas o de lo abominable.

Los cuatro ejemplos anteriores son una clara muestra de lo exitoso que puede resultar el horror con nuevos tratamientos, sin mencionar el gran número de series que versan sobre investigación criminalística y donde lo horrible también juega un papel principal o la también celebre 1000 maneras de morir que ha hecho del género necrológico un asunto de humor negro.

Con respecto a la música, un espacio para el horror que pocos podríamos haber imaginado se da recientemente en la música regional mexicana, muy en específico en el llamado “narcocorrido” y en especial en el llamado “Movimiento alterado”, música que es muy común escuchar en los autoestéreos de muchos mexicanos y que incluso es tocada en reuniones de carácter familiar donde jóvenes y niños acompañan a los adultos y  para lo cual veamos sólo un ejemplo.

El nombre de la letra es: “Los sanguinarios del M1” que es interpretada por los grupos y cantantes más representativos del género: Buknas, El Komander, Los Buitres, Los Buchones, Los Dos Primos, Gabriel Silva, Noel Torres, Rogelio Martínez (RM), Los Nuevos Elegantes y Oscar García. La letra, de carácter sanguinario e hiperviolento, dice así:

«Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca
Volando cabezas al que se atraviesa
Somos sanguinarios locos bien ondeados
Nos gusta matar.

Pa’ dar levantones somos los mejores
Siempre en caravana toda mi plebada
Bien empecherados y blindados y listos
Para ejecutar.»

[…]

Como hemos visto en cada uno de los ejemplos anteriores el horror está más próximo de lo que muchos quisieran o quisiéramos tenerlo; algunas veces mimetizado con el estigma de productos para adolescentes o sectores marginales de la sociedad; otras bien arropado bajo el manto de las superproducciones de carácter hollywoodense o la televisión de carácter comercial o bien, bajo la sombra de la música tradicional que hace que parezca parte natural de una cultura como lo es la mexicana.

Pero en estos asuntos no cabe tomar una actitud de carácter moralista o censora, sino más bien corresponde adquirir una posición reflexiva ante el carácter comercial, lúdico, evasivo, poco didáctico o menos trascendental que se ha querido dar a tan importante manifestación estética de la cultura occidental. Por lo tanto resultará de suma importancia entender –con respecto al horror como categoría estética- los elementos a distinguir en un asunto como éste, de manera similar a como lo hace Umberto Eco en su fascinante Historia de la fealdad.

Eco refiere que en el tema de la fealdad hay que distinguir tres fenómenos fundamentales y distintos; a decir: “…la fealdad en sí misma, la fealdad formal y la representación artística de ambas”. Del horror podemos decir lo mismo para simplificar. Es necesario distinguir el horror en sí como todo aquel sentimiento profundo e intenso que experimenta el ser humano ante los hechos más terribles, espantosos y abominables; y poderlo diferenciar o asimilar en las diferentes representaciones que a lo largo de la historia del hombre se han hecho de él, para así poder entender las diferentes maneras en que el horror puede o ha funcionado en el desarrollo de nuestras sociedades.

En nuestra próxima entrega hablaremos un poco de las diferentes problemáticas que giran en torno al “horror formal” y a algunas importantes representaciones artísticas de oriente y occidente del horror.

Foto de portada: «Los Bukanas de Culiacan » Shaul Schwarz/Cinedigm

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