Penélope Cruz tiene unas manos bonitas y Heidi Klum está buena “pa´aburrir”. Mónica Sagrera lo sabe, que por algo es modelo de manos de ambas en España y ha compartido más de un rodaje con ellas.
Modelo de manos, ¿eh? Ya es curioso. Las mueve con elegancia y conciencia no sólo al posar para las fotos, sino también debajo del agua mientras sujeta la cámara grabando a cientos de tiburones blancos, obteniendo así las imágenes para su documental “Monstruo”, que pone patas arriba la concepción tradicional de uno de los escualos más grandes del mundo. Además tiene su propia compañía de teatro (Ungrupo Producciones), en la que estrena las obras que escribe y en la que también actúa, porque Mónica Sagrera es, fundamentalmente y desde siempre, actriz. Una actriz que no se ha rendido ante nada, no conoce la resignación y ha tenido el coraje de perseguir su convicción hasta las últimas consecuencias; consecuencias que la han llevado por los lugares más insospechados de su vida. Estamos, en definitiva, ante una historia de lucha, fuerza, perseverancia e ilusión; ante unas vivencias que hablan de flexibilidad, apertura, curiosidad y amor.
Eres actriz, presentadora, directora, buzo, diseñadora de moda, eres modelo de manos… ¿Hay algo que no seas y que te apetezca ser?
(risas) Bueno, yo creo que las circunstancias me han llevado a hacer cosas que nunca hubiera pensado que iba a hacer. Estudié diseño de moda porque mis padres querían que hiciera una carrera que no tuviera que ver con el arte dramático, punto pelota. Ese ha sido mi contacto con la moda. A partir de ahí he hecho vestuario para cine, para teatro… pero vamos, que me dediqué a la moda año y medio y no me gustó. Estuve trabajando como diseñadora en Amichi, Homeless y en tiendas conocidas, pero en un espacio muy corto de tiempo porque desde que yo era pequeña siempre había querido ser actriz. Entonces, con veinticinco años, que ya empecé a vivir por mi cuenta, pensé “Ya está bien, no voy a hacer lo que otros quieren que haga”. Me pagué la carrera, estudié Arte Dramático y me dediqué a ser actriz. ¿Qué pasa? Que el trabajo de actor en este país es muy jodido, así que tienes que buscarte la vida por muchos derroteros que nunca hubieras imaginado ¿Que quieres hacer teatro? Pues al final acabas creando tu propia compañía, dirigiendo tu propia compañía, escribiendo tus propios textos… porque hacer otras cosas es muy complicado. Es más fácil igual creártelo tú que asomar la cabeza, por ejemplo, en el María Guerrero ¿Utilizar textos? Cuando no tienes un duro no te puedes poner a pagar los derechos de textos y asistentes, y si no eres un tonto y tienes tiempo libre… pues al final te salen cosas majas.
Respecto a lo de modelo de manos, de eso trabajo mogollón, de hecho soy modelo de manos de Penélope Cruz en España y de gente muy conocida. En un casting de publicidad como actriz me ofrecieron hacerlo porque vieron en un plano que tenía las manos muy bonitas y… bueno, es una cosa que está muy bien pagada.
El tema del buceo, siempre (subraya la palabra con una ese fuertemente pronunciada) fue un hobby. Llevo veinte años buceando y era por hobby. De hecho, juré que no iba a llevar nunca una cámara bajo el agua (risas). Sin embargo empecé a hacer vídeos y, como cada vez hay menos trabajo como actriz, empecé a dedicarle más tiempo y a profesionalizarme más.
¿Por el mito? Bueno, el mito y a la vez realidad.
El mito y la realidad de decir “te vas a morir de hambre” y también de que es un mundo sórdido. Con ese último mito no estoy de acuerdo; con el de que te vas a morir de hambre sí, pero con éste último no. La mayoría de las cosas que se hablan de los “artisteos” y de la sordidez es más de los años cuarenta. Ahora está muy difícil, sí que es verdad, pero no por ser actriz te van sucediendo cosas raras por el mundo.
Esa tendencia, ¿te viene de familia?
No, no, para nada. No hay nadie de mi familia que se haya dedicado a esto jamás.
Vamos… perro verde. ¿Cómo lleva tu familia eso?
Pues al principio lo llevaron mal, francamente muy mal. Pensaban que si estudiaba otra carrera se me iba a olvidar, pero no era un capricho de infancia sino una cosa súper sólida. Además, a mi me gustaba no por la parafernalia de salir al escenario y que te aplaudan, sino que me gustaba intrínsecamente; a mi me gustaba trabajarme el personaje, y meterme ahí dentro y crear cosas, divertirme, jugar… y es lo que me sigue gustando. Cuando dejé la moda, dejé un contrato indefinido. Estaba absolutamente convencida de hacerlo. Nunca jamás me he arrepentido de esta decisión, nunca, nunca. Estaba súper amargada en la empresa aquella… porque además no me hacían nada malo, me trataban muy bien, pero era levantarte todos los días amargado para pasarte un montón de horas haciendo algo que no te gustaba… Yo pensaba “Si estoy así con veinticinco años, imagínate con cuarenta”.
Entonces, ¿qué eres antes: directora o actriz?
Yo me considero actriz. Lo de dirigir ha sido llevada por las circunstancias: soy una persona responsable, tengo determinadas capacidades de organización… pero me considero actriz. De hecho, me sigo formando: ahora, cuando nos vayamos, voy a ir al Conservatorio porque bailo danza contemporánea. Estoy como si fuera quinto en un Conservatorio privado en el que te dejan asistir a las clases haciendo una prueba de nivel, pero en el que al final yo no me examino. Hay varias personas que estamos en este conservatorio así. No estamos estudiando la carrera pero estamos recibiendo las mismas enseñanzas de la gente que se está formando profesionalmente de quince o veinte años… vamos, por amor al arte totalmente.
¿Dónde te encuentras mejor, tanto como actriz y directora: en el teatro, televisión, cine, cabaret…?
El teatro para mí es algo más… de texto, aunque por supuesto también está el teatro gestual, como por ejemplo La fura dels Baus, que yo he trabajado con ellos y eso también es teatro, ahí en pelotas echando sangre al público (risas).
Yo me siento cómoda según qué proyecto, no por el formato. Cada formato tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Evidentemente el teatro, con su inmediatez y el público, y el cómo sales todas las noches de un teatro… así no sales de un rodaje; de un rodaje sales cansado de narices y no ves más que el coche. Por otro lado, en el rodaje te pagan mucho más y te tratan a cuerpo de rey, porque a lo mejor en el teatro has tenido que descargar tú la escenografía. Ahora, el aplauso del público y la gente diciendo “oye, me lo he pasado muy bien, me he reído y me tomo una caña contigo a la salida”… pues claro.
Nosotros lo último que hemos estado haciendo ha sido microteatro en una habitación como aquella (señala una puerta abierta por la que aparecen telas de colores por el suelo, que pueden ser de una manta.), y el calor del público no tiene comparación.
Háblanos un poquito de Ungrupo Producciones. Nacisteis en 2006, ¿de quién fue la idea, quién tuvo el empuje?
Pues esto surgió a través de un foro de Internet de actores. La idea fue de una chica, de Pilar Almansa. No nos conocíamos de nada, sólo por el foro. Esta chica dijo que quería hacer un proyecto teatral que tendría una estructura de devising o improvisaciones colectivas, que es una técnica mediante la cual, a base de improvisaciones, se va creando la obra. Es decir, una obra sin texto pero con hilo argumental.
Era un proyecto creativo muy largo y nos juntamos mucha gente, aunque quedamos seis personas al final que seguíamos interesados. Finalmente surgió una obra que se llama “Superficie; vestimos a la humanidad”. Después de aquello hubo ciertas diferencias y Pilar no quiso seguir con el proyecto. Pensé que realmente lo que se había hecho estaba muy bien y que ya que habíamos dado un primer paso era una pena dejarlo, así que seguimos nosotros. Así lo hicimos y fuimos haciendo obras, creando la página web… y de vez en cuando actuamos.
¿Las obras tú las escribes cuando se te ocurren o tienes, como algunos escritores, la rutina de ponerte a trabajar todos los días un número de horas?
No, no, no, no. Soy súper anárquica. Por la vida voy teniendo ciertas ideas (el que me vea debe pensar que estoy pirada porque a lo mejor me pongo a hablar sola por la calle o me río porque estoy viendo la escena) (risas) o, por ejemplo, con las cosas más cotidianas de la vida también me pasa… por ejemplo, una chica en la ventanilla que pregunta nosequé, el otro que contesta cualquier cosa… y yo siento algo así como “Hala, es fantástico” (sonríe y pone cara de admiración, que deja traslucir perfectamente la emoción de esos momentos de “lucidez” poética que relata). Tengo las ideas más o menos ordenadas o fluyendo por la cabeza, tanto para los documentales de buceo como para cómo organizo mi vida. Después ya me siento y lo pongo más o menos en orden: qué forma tendría, qué duración… Criterios más normales, porque sino no funcionaría. Luego hay una cosa que me sucede cuando escribo teatro que, aunque sí que imagino la escena, el argumento, el climax y el final, cuando tengo muy definidos los personajes empiezan a hablar ellos por sí mismos. El uno dice “tal” y el otro responde “cual”, como si ellos te estuvieran dictando y teniendo vida propia (acompañando lo que dice con movimientos que simulan la escritura y asombro en su mirada). Muchas veces sale algo… pero otras no sale nada.
Las performances. ¿Has hecho alguna?
Sí, de todo tipo, hija. Hay que comer.
¿Qué te inspiran? ¿Te convencen, no te convencen? ¿Qué te dan?
Sí, a mi me convencen totalmente. A ver, hay que desenmarañar: una cosa son las performances que se hacen por la noche en discotecas y otra pueden ser en eventos o ferias. En general, yo soy más de noche porque, además de estar mucho mejor pagadas, hay mucha más libertad creativa y puedes llegar a hacer cosas tremendas. Me he pasado un año entero con Cacique de gira haciendo una performance de bodypainting bailando por ahí, haciendo de lagarto, de cocodrilo… con unos tíos tocando un tamtám. He hecho de abeja en un stand en Guadalajara, he hecho de hiedra que crece por un muro en un asunto de danza contemporánea… Imagínate.
A mí me gustan porque son representaciones artísticas cortitas que combinan muchas cosas: vestuario potente, arte (tampoco vas a hacer un Chéjov, pero es arte) y tratas a la gente de cerca. Te da muchas tablas y mucha libertad con tu personaje, a través del que tienes que improvisar.
Por último, antes de hablar de otra historia… tus manos (Mónica sonríe). ¿Cómo hablan las manos? ¿Qué te sientes capaz de comunicar con las manos, cómo pueden llegar a hablar?
Bueno, normalmente (y para desmitificar un poco el tema), sí que es verdad que tienes las manos muy bonitas y todo lo que tú quieras, pero la mayoría de las veces es porque en una película o anuncio el actor principal cobra más que tú. Por mucho que yo cobre a la hora mis manos, nunca van a ser tan caras como las de Penélope. No pueden desperdiciar una actriz de Hollywood (que, por cierto, Penélope tiene unas manos muy bonitas) durante cuatro horas cogiendo un bote de “L´oreal, porque yo lo valgo”. Por ejemplo, yo he doblado las manos de Heidi Klum… ¡que está buena para aburrir! De manos, de cara, de piernas y de todo. O sea que simplemente es porque tenerla en el set de rodaje sale mucho más caro que tenerme a mí en los planos del rimmel de Margaret Astor.
Nunca suele ser un requerimiento de los actores, sino que lo suele planificar la productora. Penélope, por ejemplo, que he rodado muchas veces con ella, siempre dice “Joe, que no me importa hacerlo yo” pero al final no la suelen dejar. Aunque es verdad que he estado rodando con ella en una peli de Almodóvar y un día que ella no tenía que ir, presentarse sin que la pagaran sólo para ver qué hacían, sólo por verlo… Yo haciendo sus planos y ella mirando.
Hay muchas ocasiones, también es verdad, en las que sí se requieren [dobles de manos]. En los anuncios sí, porque a veces tienes que dibujar o hacer movimientos que necesitan manos bonitas y que sepan hacerlo.
¿Tienes que formarte?
No. Es algo un poco innato, después te vas fijando en otros modelos de manos, te vas diciendo trucos… todo se coge de una manera totalmente artificial, ¡hasta un plato! Te lo colocan sobre un trípode y tú pones el dedo, porque claro, cualquier cosa que cojas que tiene peso te espachurra los dedos y no puedes aguantar así todo el tiempo que tienes que aguantar hasta que enfocan.
¿Qué significa para ti el buceo?
Para mi es muy especial. Primero, me parece un deporte muy bonito y muy completo porque implica viajar; conocer sitios que ni te habías planteado que estuvieran en el mapa, tanto por arriba como por abajo (hace el gesto de sacar y meter la cabeza dentro del agua); establecer relaciones súper especiales en los viajes, porque es como un Gran Hermano (pero con lo bueno y no lo malo); sentir cosas que hay gente que no experimenta en su vida (¡la sensación de ingravidez! Ver bichos completamente alucinantes, los colores, la ausencia de sonido…). La primera vez que buceé en un cenote pensé “No creo en el cielo, ni en el infierno, pero si yo me muero el cielo me lo imagino así” El cielo me lo imagino como un cenote.
De todas las experiencias que has tenido debajo del agua, ¿con cuál te quedas?
Uf, ¡qué complicado! Pues mira, hay una inmersión de un sitio recóndito de Indonesia que no se me olvidará en la vida. La inmersión se llama “Sulfure Beach” y es en un mar que estaba lleno de piratas… sólo embarcarte en esa historia ya… El caso es que hay una ladera de un volcán sumergida y sale un poquito de azufre. Ahí hay una corriente muy cálida, muy cálida y está lleno de cobras marinas. Pero cuando digo lleno, no es lleno, es que puede haber como trescientos. Hay tantísimos bichos que hay un momento en que no ves. Se te meten por todos lados, incluso por el jacket, y las puedes tocar, aunque con mucho cuidado porque son tremendamente venenosas, pero si no se sienten atacadas no hacen nada. Yo no he alucinado más en toda mi vida. Además, mi compañera y yo llevábamos shorty, así que aunque yo no tenía ni idea de que sucedía, las serpientes deben notar por dónde llevas el neopreno y cuál es tu piel ¡y se restregaban por la piel! Bueno, la verdad es que eso lo hacen todos los peces, porque, por ejemplo, cuando tú estás en una estación de limpieza de mantas y te pones como si fueras una de ellas normalmente te limpian, pero donde tienes carne. Se dan cuenta de que el neopreno no es orgánico: te hacen las cutículas, te muerden las rodillitas, la cara… Con las cobras pasaba lo mismo: se te enrollaban por las piernas… y era impresionante.
Vale, pues vamos a hablar un poquito de “Monstruo”, si te parece. ¿Cómo empezó tu interés por el mundo de los escualos?
Me interesan en general todos los bichos, pero yo siempre digo que cada buzo tiene sus etapas. Al principio a mi me encantaban los paisajes, después las paredes verticales (¡si no me hacía veinte paredes verticales al año parecía como que no había buceado! Necesitaba una pared y ver que no había nada al fondo), luego cuevas… Hace como dos años sentí que necesitaba ver un “tiburonaco” gordo y grande… otra cosa que había jurado que no haría en mi vida. Total, que hablé con Carlos Villoch, que es un fotógrafo submarino internacional, y nos fuimos cuatro ya con la idea de hacer un documental sobre el tiburón blanco. Tenía una idea de lo que quería hacer, pero luego estas cosas dependen mucho de lo que te ocurre “in situ”: lo que te está dando, las cosas que te impresionan, lo que te cuentan en el barco…
Sólo se bucea con tiburón blanco en dos sitios: Sudáfrica y en Guadalupe, México. En Sudáfrica el agua está mucho más verde, así que decidimos ir a Guadalupe e hicimos entre veintidós y veintitrés horas de travesía desde que embarcamos en Ensenada hasta que llegamos. Es un islote en medio del mar en el que no hay nada, sólo una estación en la que estaban dos biólogos marinos que se aburrían mogollón y de vez en cuando venían al barco.
¿Y porqué el tiburón blanco?
Porque es el más grande, el más temido, el más… A ver, mi punto de vista era desde luego el de decir que hasta el más fiero y horrible de los depredadores no es más que un pobre bicho que te mira asustado, así que no es lo mismo grabar con un tiburón de arrecife, que te mira y se va, a hacerlo con un tiburón blanco… Si es que he estado grabando más de la mitad de escenas fuera de la jaula y el pobre bicho me ha mirado y ha pasado de mí.
¿Qué sentiste cuando bajaste por primera vez?
Pues la primera vez la verdad es que estás excitadísimo. Imagínate: cuatro tíos en una jaula y con un agujero enorme (porque claro, hay que sacar la cámara, que es como un microondas de grande, y con la cámara va medio cuerpo tuyo). Primero tienes que esperar, pero cuando aparece la primera sensación que tienes es “¿Cómo un bicho tan grande se ha podido poner tan cerca sin que me haya dado cuenta?” Antes de verle, piensas “Ahora se moverá el agua, pasará algo, sonará la música de Spielberg…” ¡Pero no! De repente ves una siluetilla a lo lejos, te das la vuelta ¡y te encuentras su careto aquí! (poniendo una mano muy cerca de su cara y abriendo mucho los ojos). Así que al principio te impresiona, pero luego te acostumbras, porque como estás en el barco puedes estar en la jaula el tiempo que quieras y subir y bajar las veces que quieras. También te acostumbras a ellos, porque tienen unos movimientos muy rituales. Te das cuenta de cómo te miran y de cómo miran al cebo (¡es muy diferente!): a ti te miran con curiosidad pero al mirar al cebo adoptan una postura de ataque. Cuando te ven a ti, simplemente pasan cerca y ya está. Pero te miran, ¿eh? Te miran mogollón, aunque luego tienen su puntillo de timidez. Te miran, se aproximan pero luego se retiran sin llegar a acercarse demasiado… aunque una vez me dio en la cámara con el morro.
Entonces, justamente, ¿de dónde crees que viene la demonización del tiburón?
Por un lado la leyenda negra que hay. Por otro lado, ¿quién ha buceado realmente con un tiburón? De un oso la gente puede hablar, porque sí les has visto, sí hay gente que vive y se encuentra con ellos, pero ¿un tiburón? Y luego es un bicho que es poco amable, con el que la gente empatiza poco, que tiene cara de malo (porque el pobre tiene cara de malo)… Es un cúmulo de cosas, pero yo también me lo pregunto, es como un miedo atávico que no tiene sentido, como si fuera algo horrible.
Para finalizar con “Monstruo”, ¿qué has obtenido de este documental? ¿Qué ha sido para ti?
Está teniendo más repercusión de la que yo creía: primero, hacia la visión que tiene la gente de los tiburones. Ha habido personas que me han dicho que les ha cambiado su percepción (el otro día en el Fescigu me lo dijeron varias); se ha distribuido en muchos más sitios de los que yo pensaba, de hecho acabo de firmar con una productora que pone en contacto a documentales con alumnos de Estados Unidos que estudian español en la Universidad, y se hace una videoconferencia en la que se pone tu documental y luego los alumnos te hacen preguntas. La plataforma, que es a nivel mundial, vio mi documental, le encantó y se puso en contacto conmigo. Está teniendo también muchas descargas desde Youtube. Además, todas las personas a las que les he pedido ayuda han sido encantadoras: el director de la asociación Océana, por ejemplo, me recibió genial, me dio todo lujo de detalles… las imágenes ocultas que aparecen, que son de la lonja de Vigo, en la que aparecen todos los tiburones me las proporciono él. Ahí está absolutamente prohibido grabar, o sea que se portaron fenomenal.
A veces, simplemente pidiendo las cosas, salen. Se me abrió la mente.
Pasando a otro tema más personal, ¿qué espinita clavada tienes? Que quieras contar.
Con respecto a mi trabajo como actriz, por ejemplo, es una espinita total. Llegó un momento en que realmente pensé que con trabajo, haciendo castings, tocando todas las puertas, conseguiría algo… Y no. No te voy a decir que es imposible, pero…
¿Y en otros ámbitos?
No, eso va saliendo (hace un gesto que muestra su versatilidad en distintos ámbitos de la vida).
Bueno, una espinita muy gorda, muy gorda, muy gorda que tengo es que, yo asociada a otra productora de contenidos, hasta hace dos días nos propusieron hacer un programa para Televisión Española: con presentador súper conocido y todo. Hemos estado ahí, ahí, pero no nos terminaban de firmar los presupuestos. El modelo que nos proponían era que nos buscáramos los patrocinios por nuestra cuenta, pero cuando nos poníamos a pedir patrocinios… bueno, yo no se cómo lo hace la gente, porque después ves programas mucho más mierda que están patrocinados por Orlando y nosotros no conseguimos nada. Pero vamos, que teníamos fecha de emisión, pero no llegamos a conseguir la financiación. No hemos abandonado del todo el proyecto pero sí es espinita porque lo teníamos completamente firmado: los trece capítulos, dónde los íbamos a filmar… En realidad esta en standby. El problema es que en televisión todo lo que se hace es mierda, no les interesa nada de calidad. Por ejemplo, para hablar de planos submarinos: los cuatro programas que puedan utilizar alguno son una porquería grabada por un tío que no ha cogido una cámara bajo el agua en toda su vida y encima con una basura de cámara que no es ni una GoPro. En Youtube hay vídeos colgados de aficionados que tienen mejores planos submarinos.
Y hablando de ahorrar, si te apetece, ¿tienes algo que decirle a la política del Gobierno en tu sector o crees que con lo que se dice en la calle es suficiente?
Nunca es suficiente lo que se dice en la calle. Me parece vergonzoso que en Francia vayan a aprobar ahora que el IVA cultural sea de un 5% y en España hemos pasado de un 8 a un 21%, y eso no hay Dios que lo sustente. ¿Quién puede permitirse ir al cine, ir al teatro? A mi me pasó el cambio de IVA con mi compañía, cuando estábamos en el Teatro Arenal. De repente dijimos “¿Qué coño hacemos?”
¿Lo notasteis en el público?
No, en el público no porque no le derivamos el precio al público, nos lo comimos el Teatro Arenal y nosotros, la sala y la compañía. Lo asumimos nosotros.
Si tu hija quisiera seguir tus pasos, ¿qué consejo le darías?
Que no lo hagas ni de coña (risas). ¿Qué consejo? Que cuanto antes empiece, mejor. Si estás seguro de eso, hazlo. No que dejes el colegio, pero si algo he aprendido es que, para llegar a algo, por lo menos en España, hay dos caminos: ser hijo-de o empezar con quince años. Si uno empieza con quince años y otro con veintiocho, en una serie de televisión absolutamente siempre van a coger al que empezó con quince años: porque tiene más trayectoria, porque conoce a más gente y porque sí. Creo que es la única manera de conseguir algo sin volverse loco y sin convertirte en una niña prodigio: ir, hacer castings, hacer una película y hacer lo que surja. Y luego, cuando seas mayorcito, ya decidirás.
Si fueras Sócrates, ¿te tomarías la cicuta?
Seguramente sí (risas).
Eres la primera que lo dice.
Claro, porque la gente va de guay.
Cuando se le hizo esta pregunta a Ministra de Educación del gobierno anterior, Mercedes Cabrera, dijo que no.
Bueno, ya se sabe, ni dimiten cuando lo tienen que hacer, ¡se van a suicidar!
No se como he acabado en esta revista y he flipado al ver tu nombre. Aun asi, aunque no fueses tu la periodista, he disfrutado de la entrevista un montón. Me encatará leer mas cosas tuyas.
Un beso
Hola Asier :) Qué impresión me ha causado volver a leer tu nombre.
¡¡Cuídate mucho!! Y sigue leyendo cosas mías ;) Poquito a poquito irán saliendo.
Me ha gustado la entrevista. Creo que Camila ha conseguido que Mónica se muestre como es y sepamos lo que hace, lo que ha sido y lo que va al ser. Enhorabuena.
Muchísimas gracias, Andrés, no sabes la ilusión que me hace tu comentario. Prometo seguir working on e intentar mejorar siempre.
¡Un abrazo!